Erizo


Amar a alguien,
a esa persona creada para ti,
es muchas veces
labor ardua.
Porque
a veces, juntos,
sois aliados,
os defendéis

de los embates del destino.
A veces
el camino se hace
de la mano,
en sintonía.

Pero, en ocasiones,
el camino
se hace
a pesar del otro;
la curva más simple

deviene en revuelta insalvable
y,
sin que entren en juego
voluntad ni libre albedrío,

tu compañero de camino
hace de su presencia
reto constante.
¿Por qué
el amor
nos hace, a veces,
abrazar a un erizo
que se defiende?
Porque si no,
no sería kármico.

Porque si no,
no sería amor.

No sería AMOR.

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