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Mostrando entradas de febrero, 2017

Destino

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Gredos, abril de 2005 Flotando liviana, mecida por el viento, elevándose etérea, solitaria, surca la hoja el aire en montaña rusa extrema de cumbres vertiginosas, de simas abisales, de calmas llanuras fugaces. Paradoja de movimiento aleatorio en eones infinitesimales, de vida en soledad tras nacer al aire. Metáfora de libre albedrío en manos de voluntades ajenas que arrastran a lo más alto… para impulsarte en barrena hacia el destino final.

Llueve

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Tierra de Campos (Valladolid), abril de 2011 El agua purifica el aire, limpia la faz de la tierra dejando un rastro de frescura aromática evocadora de candidez y principio inmaculados, níveos, perfectos. El gris plomizo del cielo, compañero inseparable de la lluvia, sugiere tiempos de despedida, momentos en los que el alma sabia, eterna decide limpiar lastres antiguos, huellas que duelen, aprendizajes permanentes de pisadas antiguas. La lluvia catártica insinúa ausencias. Con el agua vital fluyen recuerdos, tesoros de otro tiempo sin cabida hoy. La lluvia depura y acrisola el espacio y convierte el ayer que fue en joyas que son, en gemas vitales con anhelo de estrellas.

Frágil

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Lago Inari (Laponia, Finlandia), mayo 2009 Restalla el rebenque en el aire, se abraza impasible al tronco del árbol y vuelve raudo al frío aire de la tarde. El flagelo flexible se lleva al éter un trozo de cicatriz antigua y abre de nuevo la herida. Retorna el abrazo del flagelo, se lleva cada vez un trozo más de piel, horada y decapa imparable la coraza protectora. Una vez más, vuelve a su meta la disciplina imparable; las heridas apresuran su ciclo, certeras en su incapacidad para restañarse antes del siguiente chasquido. Queda así el árbol desnudo, desprotegido, frágil, en pie ante los embates del látigo vital que inconsciente de su huella cumple su destino. El árbol quiere un respiro para recuperar su fuerza, para crear nueva piel protectora, un tiempo del que carece. Mana su savia incontenible, flaquean sus fuerzas, acepta la fronda su destino y comparte vida con el látigo. Látigo ejecutor, árbol cuyo destino es compartir su esencia