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Mostrando entradas de agosto, 2018

Líneas

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Atardecer en la Sagrada Familia, Barcelona, agosto 2018 Un foco fijo alumbra la meta, otro se desplaza hacia ella desde el lugar de entrada. Un universo de luces dibuja con mano firme el destino humano. En cuerpo se desplaza, titubeando al principio, el alma por la línea luminosa del destino. Cual funambulista novel intenta mantenerse firme sobre la línea marcada, convierte el paso tímido en baile vivaz. Ya seguro sobre el alambre, retrocede, salta, hace cabriolas, deja la línea... para volver, aun sin querer, a la luz de la meta. Retoma el cuerpo así el camino trazado por universo y alma impulsado con esmero por el corazón que da sentido a la vida.

En el metro

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Casa Europa, Santiago de Compostela, febrero 2018 En el metro, camino a casa, pensando en el destino con la esperanza de un cambio que haga mi entorno lo más perfecto posible. En el metro, camino a casa, escuchando música al azar con intención de convertir el torbellino de mi mente en meditación apacible. En el metro, camino al futuro, con la mirada en todo y todos, viéndome desde arriba como testigo imparcial de mi aquí y mi ahora. En el metro, camino a la realidad, desubicado en lo más profundo de mi mente y mi alma, con la luz como meta, con la soledad como compañera. En el metro de camino a casa con plena consciencia de que el verdadero hogar está dentro de mí donde también está la felicidad. En el metro rodeado de ruido, de vida en ebullición, añorando el silencio, añorando la paz esquiva.

Tiempos (Disquisición gramatical)

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Zarpando desde la Marina Real de València, julio 2018 En tiempo pretérito reflexioné sobre el futuro simple que aguarda a la vuelta de la esquina. De imperfecto e indefinido casi sin esfuerzo llegué al pretérito perfecto y, pensando en el anterior, aterricé plácido en el pluscuamperfecto. Y volví a reflexionar sobre qué hacer para convertir en perfecto mi futuro simple. Revisé diligente el inventario del paradigma temporal y vi, sorprendido, la ruta ante mí: Para llegar al futuro perfecto solo se necesita prestar atención a ese tiempo tan cotidiano que, a fuerza de pensar en imperfectos, indefinidos, anteriores, pluscuamperfectos y futuros, se nos escurre entre los dedos. Toca, pues, una vez más, asir el presente continuo con manos esperanzadas que, por un lado, nos anclan al pasado y, por otro, nos tienden puentes desde aquí y ahora a ese futuro perfecto anhelado.