José-Antonio Calañas Continente | Escritura Creativa

  Barranc del Puig, Puçol (València), enero 2021 El mar me llama, arrullo incesante de las olas, en la orilla crepita la grava en calma, da vida sonora al agua mediterránea que, eterna, viene y va. Incansable. Imparable. Infinita. El arrullo mediterráneo, vigoroso y tranquilo, me llama tenaz, sin pausa, en mi noche oscura.

Three Rivers, California (USA), enero 2018 Luz de invierno en tiempo de nubes: gris sobre gris, amarillento el suelo, amarillento azul plomizo el cielo. Frío voraz, el viento aúlla  mientras el fuego crepita y llama a estar en casa al calor del hogar. Nostalgia de calidez en la fría noche invernal: nostalgia en las venas, plomo en el ánimo. Aunque, también, luz en la mente, recuerdos de calor hogareño que en otros inviernos amargos supo templar mi corazón.  

Marjal dels Moros, Puçol (València), enero 2021 Planes, compañeros, proyectos, sueños, cumplidos unos, otros que me dejan: ser normal, encajar. Aun así, no es este el futuro que me toca: Estoy seguro de que llegará mi futuro, mi destino perfecto. Lejos de ser un clon, lejos de ser un robot. Ser raro, auténtico: este es mi destino. Mi futuro no sabe de límites ni trabas: Solo yo soy mi destino, ser solo el ser humano que en realidad ya soy.  

Marjal dels Moros, Puçol (València), enero 2021 Lejos, lejos, lejos: empezar de nuevo desconocido, solo. Aprender a caminar, aprender a respirar, aprender solo a ser. Solo, en mi propio mundo; solo, sin cuentas que dar; solo, sin dañar ni sufrir. Contemplar la luz del día, recibir la caricia del aire, disfrutar el sonido del silencio. Avanzar sin moverme, volar sin dejar la tierra, fluir sin sentimientos, sin pensamientos, sin dolor.