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Mostrando entradas de agosto, 2017

Agosto

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Bodensee (Lago Constanza), Alemania, septiembre de 2015 Agosto, agua y sal. Ruido del rompiente, caricia del viento. Batir tumultuoso de recuerdos, impacto brutal de realidades incomprensibles estremeciendo el centro de tu ser, amenaza de quebrar la contención del Alma. Aire fresco, agua y sal, dulce vida que contrasta sabores y esencias, apacible savia que aleja de la paz anhelada el ultimátum de Damocles. Fluyen palabras e imágenes, torbellino insondable. Disfruto el aire, el sonido genuinamente humano, la calma se asienta en armonía. Agosto, agua, brisa, mar. Familiar, aunque desacostumbrado. Apacible agosto, con mi familia esperando.

Ruido

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Bobingen (Alemania), 16 agosto de 2017 Para Lea y Ángel Prisas, presión, ruido, distorsión cotidiana que altera formas de mirar y ver, formas de hablar y decir, formas de oír y escuchar. Vuelta a casa, al refugio, sonrisas de juegos infantiles, calor hogareño que aguarda, nostalgia de lar armónico. Trabajo y casa, oficio y hogar, coexisten sin mezclarse, pero ¿son imposibles de unir? Deviene esta pregunta en reto diario: conjugar agua y aceite, paz y tensión para llegar a la armonía añorada. Frente a casa, el refugio, el aliado imprescindible: árboles amigos, agua viva. Bosque y arroyos verdes, cristalinos, armónicos, brillantes. Sutil te acoge la fronda del bosque, disipa inadvertida y atrevida las nubes que enturbian tu energía. El sonido cristalino del agua cantarina despierta en ti la sensación añorada de armonía pacífica, te devuelve al fin la paz empañada por el ruido imparable de lo cotidiano.

Esferas

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Capilla de la Beneficiencia, Valencia, diciembre 2013 Cambio fuiste, del cambio vienes, cambio serás. Ignorante en su armonía vaga el núcleo inmerso en la taimada sensación de seguridad estable. El espacio infinito es su terreno de juego: se eleva, desciende, se desliza grácil por el campo sin límites de la felicidad autocontenida. Súbitamente, otras esferas iridiscentes, portadoras de cambio, se aproximan sigilosas en rumbo inequívoco de colisión. El núcleo grácil, seguro, estable se enroca en su baluarte inexpugnable confiado en su invulnerabilidad. La colisión inevitable, ineludible, inequívoca desvía de su rumbo al núcleo invulnerable y, sin advertirlo, fisura la corteza y agita el interior. Entran en contacto núcleo invulnerable y esfera extraña, se produce el abordaje, la invulnerabilidad se desvanece. Y, curiosa, inconscientemente, el núcleo herido abandona el temor al cambio, acepta inequívoco que nada hay más constante que ese ca