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Mostrando entradas de octubre, 2017

Testigo

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Mas La Plana, Santa Maria d'Oló (Barcelona), julio de 2017 Como si fuera un testigo etéreo, desde un mirador privilegiado contemplo la profunda tristeza que me acoge en su cálida gelidez. Acompañado en mi soledad por las rabietas del niño que fui, viviendo la responsabilidad de dar el relevo a quienes me siguen navegando en un mar ignoto de lágrimas sin rumbo, solo. Embalsando, una vez más, emociones y sentimientos, felicidad, tristeza, dolor, placer, clemencia, ira, ego, Alma. Y el testigo escucha impasible las preguntas eternas que atormentan su corazón: ¿Cómo acallar el rumor incesante que nubla el horizonte, que aleja de ese centro añorado, de esa Paz que ilumina el sentido? ¿Cómo callar voces interiores, memorias de anhelos que pudieron ser, nostalgias de futuros perfectos? ¿Cómo enmudecer el ruido de lo que nos hizo daño? ¿Cómo ensordecer el rumor omnipresente para escuchar el latido del corazón, el arrullo del Alma?

Laberinto

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Laberinto, Mas La Plana, Santa Maria d'Oló (Barcelona), octubre 2017 Pinos y encinas, círculo mágico, naturaleza espléndida. Sola en el centro brilla la meta invitando al viajero a buscar su calor. Inicia el viajero su camino, trapacero círculo engañoso que un momento te acerca para después alejarte de la meta. Constante sigues la senda: cerca, lejos, lejos, cerca. Tenaz en el camino, la meta en el horizonte. Al fin, tus manos sobre el cuarzo, levantas la mirada y sonríes a tu Destino.

Treinta años

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Mas La Plana, Santa Maria d'Oló (Barcelona), octubre de 2017 Treinta años en marcha, con la tiza en la mano, con un libro delante, con palabras en el corazón. Devolviendo lo que aprendí, retomando lo que averigüé, transformando rutina en pasión por acumular –y transmitir– conocimiento. Treinta años en marcha, con teclado y pantalla en la mesa, con un texto delante, todavía con palabras en el corazón. Reaprendiendo lo que di, sabiendo lo que tomé, transformando la pasión por la palabra en siembra de curiosidad para cosechar inteligencia. Treinta años jugando con palabras, aprendiendo, por fin, a crear belleza pintando con los colores del lenguaje, dejando la tinta manar del corazón hasta llenar el papel a rebosar con sentimientos de vida.