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Mostrando entradas de octubre, 2016

Colores

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Mainz - Bretzenheim Gris plomizo en el cielo, la lluvia impregna mi corazón, las gotas de agua se adhieren a las gafas, la mirada… la mirada enturbia la percepción de un mundo cercano, que queda, sin embargo, tan lejos… Gente andando deprisa, buscando refugio. Aun así, este gris de final de octubre no oprime, no agrede, no es cruel, no agosta el alma. Aire limpio, colores nítidos como nunca antes. El mosaico multicolor del aparcamiento lleno se convierte en decorado silente para gente que, impertérrita, persigue sus metas siguiendo sus caminos. Gris plomizo en el cielo; agua vital en el aire; colores infinitos en el suelo. La luz de las almas, la brújula del propósito, el motor de la vida, omnipresentes los tres: luz, brújula, motor. Fuerza de transformación. Energía vital.

Nubes

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El Rhin a su paso por Koblenz Arremolinándose armoniosas en torres y trenzas, en cúmulos inmensos, anunciadas por el Sol, mecidas por el viento. Desgajando el azul, irisando el aire, templando el día, acerando la noche. Testigos del eterno retorno, maestras del círculo infinito, del devenir perpetuo que oscila entre comienzo y final, entre final y comienzo. Vuelan, se elevan, se precipitan, crean vida nueva y así se vuelven a elevar. Una y otra vez. Otra vez y una. Siempre.

Reflejo

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El centelleo en el espejo me devuelve, cómplice, la mirada. Contemplo, desde fuera, un rostro familiar que luce orgulloso las huellas del tiempo, que irradia pacífico el brillo de lo logrado, que deja entrever incólume el fuego de lo pendiente. Me devuelve la mirada lanzándome el guante del desafío perpetuo, inquieto peregrino sin más certeza que la necesidad del Camino. Con el guante llega, también inamovible, la fértil certidumbre de amar y ser amado, la paz de quien no se regodea en oscuridades más que para explorar su fondo y desde esa hondura iniciar el ascenso fulgurante al parnaso de los peregrinos. Desde el espejo me devuelve la mirada un rostro que lleva, orgulloso y feliz, las huellas de una vida plena con muchas páginas aún por escribir.

Comprensión

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Disfruta el momento, guarda la gema que encontraste en tu zurrón de viajero y mírala cada vez que puedas para apreciar su belleza. El viaje no se acortará, pero se hará más liviano el camino, más leve el esfuerzo, más feliz el aire que a partir de ahora henchirá tus pulmones. Y, si en algún momento se asomara la oscuridad taimada, la Luz de la gema, que no es sino un foco más de la tuya, la hará desvanecer.