Reflejo



El centelleo en el espejo
me devuelve, cómplice,
la mirada.
Contemplo, desde fuera,
un rostro familiar
que luce orgulloso
las huellas del tiempo,
que irradia pacífico
el brillo de lo logrado,
que deja entrever incólume
el fuego de lo pendiente.
Me devuelve la mirada
lanzándome el guante
del desafío perpetuo,
inquieto peregrino
sin más certeza
que la necesidad del Camino.
Con el guante llega,
también inamovible,
la fértil certidumbre
de amar y ser amado,
la paz
de quien no se regodea
en oscuridades
más que para explorar su fondo
y desde esa hondura
iniciar el ascenso
fulgurante
al parnaso de los peregrinos.
Desde el espejo
me devuelve la mirada
un rostro que lleva,
orgulloso y feliz,
las huellas
de una vida plena
con muchas páginas
aún por escribir.

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