Frágil

Lago Inari (Laponia, Finlandia), mayo 2009

Restalla el rebenque en el aire,
se abraza impasible
al tronco del árbol
y vuelve raudo
al frío aire de la tarde.
El flagelo flexible
se lleva al éter
un trozo de cicatriz antigua
y abre de nuevo la herida.
Retorna el abrazo del flagelo,
se lleva cada vez
un trozo más de piel,
horada y decapa
imparable la coraza protectora.
Una vez más, vuelve a su meta
la disciplina imparable;
las heridas apresuran su ciclo,
certeras en su incapacidad
para restañarse
antes del siguiente chasquido.
Queda así el árbol desnudo,
desprotegido, frágil,
en pie ante los embates
del látigo vital que
inconsciente de su huella
cumple su destino.
El árbol quiere un respiro
para recuperar su fuerza,
para crear nueva piel protectora,
un tiempo del que carece.
Mana su savia incontenible,
flaquean sus fuerzas,
acepta la fronda su destino
y comparte vida
con el látigo.
Látigo ejecutor,
árbol cuyo destino es
compartir su esencia con la del verdugo.
Seres indefensos
buscadores de destinos inasequibles.

Dolor mutuo
de amores intensos
desde círculos lejanos
hacia destinos ignotos.

Comentarios

  1. ¡Madre mía! ¡Cuánto sentimiento en el juego de palabras!¡ Qué belleza!

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Verdes en contienda

Año nuevo

Poesía

Luchadores

Aprendiendo

Tiempos (Disquisición gramatical)

No me hables

El estanque

Calma

Ximo