Carne de bar



Volver con cincuenta
a los lugares de los veinte:
Encontrar cobijo
al calor de música y barras.
Barras de bar,
ventanas abiertas
para rapsodas que,
impasibles ante la indiferencia,
desgranan su vida
amorrados a un micro
que eleva su voz más allá

de conversaciones,
del tintineo incesante del cristal.
Sí, vuelvo a ser carne de bar:
confieso ser víctima del virus ese

que toma la esencia del pudor
y la convierte en exhibicionismo.
Impúdico
comparto con el mundo
lo vivido sentido ideado,
la ilusión de conseguir,

de golpe,
dos metas:
Desterrar el pudor
al lugar que le es propio.
Y dejar,
insolente, algo más

de belleza a mi paso.

Sí,
vuelvo a ser
lo que antes no me atreví.

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