Corazón peregrino
Fiordo del Norte, Noruega, agosto 2015 |
Paró mi corazón
de compartir latidos,
de hacer eco con otros,
de unir sangre y almas,
de respirar un solo aire,
de sentir la misma luz.
Sangró mi corazón
la sangre del rechazo,
la herida de aprender;
aprendió de nuevo a latir
sintiendo sin compartir,
compartiendo sin perder
ni sonrisas, ni luz.
Perdió mi corazón
su ritmo, su armonía;
se desajustó (y asustó)
por no saber dónde enviar
todo ese amor que quedó
huérfano de caricias.
Oh José Antonio…!Me ha emocionado! Sobretodo la última estrofa. Será que me ha recordado “otro” corazón asustado…
ResponderEliminarpor suerte ahora estamos aprendiendo a latir dirigiendo la mirada hacia Arriba!
Un abrazo amigo poeta!
Me encantaaaa
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