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Lumbre. Febrero 2018

El frío helador que aletarga la tierra
y prepara la eclosión de la primavera
se instala también en mi corazón.
El gélido azul atenaza el aire,
intrinca el movimiento de manos y pies,
agosta hasta su solidez el aliento vital.
Me siento triste
porque estoy solo sin estarlo.
Estoy cansado
porque el esfuerzo resulta vano.
Estoy triste
porque el cansancio no ceja.
Estoy cansado y triste
porque el hielo de mi corazón
detiene los latidos.
Taimada danza en la mente
la visión del retiro,
el abandono de un camino emprendido
que se empecina en ser prueba constante.
El viento arrecia, el hielo avanza.
Los pies quietos, el aliento detenido.
Y, frente al viento gélido,
sombrero calado protector
y proa al cierzo.
Primero avanzas un pie,
después el otro,
respirar,
repetir.
Cierto: estoy
cansado y triste,
más aún:
cansado de estar triste.
Así que,
miro el mundo a los ojos,
sonrío entre lágrimas,
respiro,
primero avanzo un pie,
después el otro,
respiro,
repito.
Primero un pie,
después el otro,
respiro,
repito.
Y sigo en marcha.

Comentarios

  1. Son momentos de sentimientos encontrados...solo queda vivirlos...
    Gracias Jose Antonio por desnudar el alma.

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