Galerna

Puerto de Helsinki (Finlandia), mayo  2009

En medio de la calma, rola el viento,
arrecia la galerna,
la travesía deviene reto,
exige mano firme
que mantenga timón y rumbo
en el lugar que les corresponde.
La intensidad aumenta,
la energía se desvanece,
el esfuerzo fluctúa,
las fuerzas flaquean;
aun así, barco y timonel
ponen proa al viento
y mantienen su curso.
Así también yo,
entre vientos cambiantes,
en vez de empecinarme en patrones antiguos,
a pesar de dudas y desesperanzas,
miro el mar desde la cofa y,
flexible,
consigo anclarme
en mi norte, mi sur,
mi este y mi oeste
para retomar desde el dolor
infligido por la tempestad
la fe en mi destino.
Señores de las galernas,
vapulead, si queréis, mi nave,
no importa.
Maderas y taquelaje
son flexibles, se adaptan,
y así, barco y patrón gobernarán
para que la meta no se pierda en el horizonte,
para que el centro siga donde debe.

La calma llegará
cuando tenga que ser
y me encontrará
centrado,
en armonía
con el océano del desasosiego.

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