La musa


Al final de la oscuridad
llama el destello del espejo,
me atrae al seno
de un hogar yermo.
Cristal gélido,
vaho glacial en la noche,
cuando dos ascuas
iluminan el reflejo.
Mis ojos se pierden
en la mirada ígnea

del azogue
que me observa.
El calor intenso
del ascua viva
prende feraz
la luz en mi mirada.
Incontenible comienzo
a pintar sonidos,
a escribir imágenes,

a esculpir el aire fragante
con el cincel de la fantasía.
El azogue en ascuas
refulge en el espejo;
el fulgor se hace materia:
Son las alas de la musa
que se extienden
más allá del cristal

y acarician livianas
la angustiada mente
del rapsoda enmudecido
que, por fin, recobra
su voz.

Comentarios

  1. Elisabet Gutiérrez27 de abril de 2016, 12:13

    Gracias por compartir sabiduría, me encanta!

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