Aire

Atlántico Norte, en algún lugar entre Groenlandia y Canadá, septiembre 2019 Solía volar solo por el place de volar, de surcar el cielo, de contemplar el verdor de bosques ignotos, de sentir la vida en movimiento. Llegaste entonces a mi vida, aprendí a ir contigo, a despreciar la soledad; aprendí a amar y compartir, me perdí en ese lance de amor donde ya no eres más que la unión. Se rompió el vínculo, volvió la soledad. Tanto por reaprender: aprender de nuevo a confiar en mis sentidos, mi mente, en mi propio corazón y alma, para encontrar el camino. Pero todos vosotros, Amigos, me supisteis arropar, me ayudasteis a encontrar de nuevo el camino al cielo, la fuerza para volver a volar solo. Una vez más me hicisteis ver el camino de vuelta, el amor más allá del dolor: me ayudasteis a creer en mí, en que soy todo lo necesario para volver a soñar.