La Voz (I)

Hoy me llena la mente una voz. Una voz armoniosa, cristalina. Una voz que cala hasta lo más profundo, que mueve, remueve, conmueve, que hiela y enardece, que cataliza para la acción y ralentiza para la introspección. Una voz que suena, resuena y evoca, que modula los silencios para llevar su mensaje a la meta. La voz con la fuerza inconmensurable del Origen atávica, imparable, inefable, pone en marcha los motores internos del avance inexorable. La voz, también serena, sobria, atemperada por la experiencia y el devenir del camino recorrido; con la sabiduría y la clarividencia que apaciguan y equilibran, detiene la mente para observar, reflexionar, meditar… detiene el tiempo con su armonía para reordenar fuerzas, reorganizar recursos, recuperar energías y AVANZAR.