José-Antonio Calañas Continente | Escritura Creativa

San Francisco (California, USA), octubre 2019 Aire temprano en tarde primaveral, aroma intenso de vida que fluye. Introspección: pensar en lo que fue y ya no es, en lo que se fue, pero aún pesa. Respirar la soledad fértil que hace batir las alas del diálogo perpetuo entre razón y corazón. Impulso de vida, comienzo de primavera: fuerza para un nuevo inicio sin lastres, sin odios, sin culpas.  

  Norrefjord, Noruega, agosto 2015 Comienzo. Venir al mundo hijo de padres cariñosos, hermano querido por hermanos; amorosamente acogido en el refugio familiar; sentirme seguro, protegido, amado. Hora de dejar el nido: a por un nuevo comienzo. Nuevo comienzo. Encontrar mi sitio, cambiar paisajes, cambiar países, cambiar idiomas; fundar mi familia, esposa, hija, sentirme otra vez seguro, protegido, amado. Hasta que todo salta por los aires y toca, otra vez, comenzar de nuevo. Comienzo diferente: encontrar mi sitio en un mundo nuevo, empezar una familia diferente, intentar mantener el vínculo con padres, hermanos, hija en la vida que empieza con un amor distinto. Sentirme seguro, protegido, amado hasta que, de repente, mi mundo se hace añicos. A por un nuevo comienzo. Comienzo solitario: recoger los escombros de otro mundo que se derrumba, rehacer mi vida en este escenario. Aprender otra vez a seguir en pie, a ser, a vivir, a aceptar; a sentirme de nuevo seguro, protegido, amado, aun...

  Platja de Puçol (València), marzo 2021 Respirar sin compartir alientos ni sueños, ser en plenitud sin necesitar nada ni a nadie. Ser capaz de pintar  con palabras, de colorear  con sentimientos cada uno de los días que lleno de vida. Sentir el aire, el calor, la brisa, henchir el pecho con la naturaleza; moldear mi alma y hacer de la soledad virtud y motor. Solo, pero no solitario.

  Pacific Coast Highway, California (USA), septiembre 2019 Bruma en el cielo. Sentir, no ver. Adivinar, no saber. Vislumbrar lo que es, lo que viene, lo que ha de ser. Bruma, misterio, luz esquiva, paradoja visual.

  Mediterráneo, Puçol (València), noviembre 2020 Ojos cerrados, flotando en el mar. Acariciado por las olas, el agua amortigua el ruido constante fuera y dentro de mí. Ojos cerrados, ingrávido en las olas. Descansa el cuerpo, tras los párpados los ojos juegan con las huellas del sol. Dueño de mi destino me dejo llevar sin forzar el timón. En brazos del mar, en paz fuera y dentro, me entrego al viaje hacia una meta incierta. En la calma del Mediterráneo, la sencillez de los días me llevará donde toque para poder allí estar, ser y vivir en plenitud feliz.