Testigo

Mas La Plana, Santa Maria d'Oló (Barcelona), julio de 2017 Como si fuera un testigo etéreo, desde un mirador privilegiado contemplo la profunda tristeza que me acoge en su cálida gelidez. Acompañado en mi soledad por las rabietas del niño que fui, viviendo la responsabilidad de dar el relevo a quienes me siguen navegando en un mar ignoto de lágrimas sin rumbo, solo. Embalsando, una vez más, emociones y sentimientos, felicidad, tristeza, dolor, placer, clemencia, ira, ego, Alma. Y el testigo escucha impasible las preguntas eternas que atormentan su corazón: ¿Cómo acallar el rumor incesante que nubla el horizonte, que aleja de ese centro añorado, de esa Paz que ilumina el sentido? ¿Cómo callar voces interiores, memorias de anhelos que pudieron ser, nostalgias de futuros perfectos? ¿Cómo enmudecer el ruido de lo que nos hizo daño? ¿Cómo ensordecer el rumor omnipresente para escuchar el latido del corazón, el arrullo del Alma? ...