Altura (Castellón), mayo 2024 Nubes vienen y van este mayo, testigos tenaces del paso del tiempo, símbolo de miríadas de gotas de agua, de pequeñas células que cooperan. Doy gracias por las células de mi piel, que, al mismo tiempo, me protegen y me hacen sentir el mundo exterior. Doy gracias a las células de mi cerebro, que me hacen entender y conectar mundos visibles e invisibles. Doy gracias a las células de huesos y músculos, que abren puertas al movimiento, a visitar y habitar lugares nuevos. Doy gracias a las células de cada uno de mis órganos, tan iguales y diferentes a la vez, tan en armonía entre ellas para que la vida funcione. Tan agradecido estoy por el trabajo de los elementos, como por el que hace cada una de mis células: armonía perpetua de la vida en movimiento.